2018, final de un año…comienzo de otro. Felicidades 2019

Han pasado ya 20 años desde el comienzo del siglo. Un siglo en el cual abundan las personas innovadoras, creadoras, con imaginación, que confían en sí mismas y en los demás porque se demuestran cada día que lo que hacen cuando se levantan de la cama es emprender el mismo viaje que el día anterior, pero mejorado y mejorable.
Al finalizar cada año se acostumbra a hacer una reflexión sobre los doce meses anteriores: qué hemos hecho y cómo hemos contribuido para que esta sociedad y las personas que nos rodean sean algo más felices. ¿Es esa la palabra?  Que cada cual ponga la que más le cuadre para definir el estado que un fin de año provoca en cada una de nosotras o nosotros.
Desde la mirada del trabajo que sobre seguridad espacial cognitiva estamos llevando a cabo en compañía de Afanias desde hace cuatro años, de Fundación Vía Célere, de CSEU La Salle, de Gabriel Montilla de Gema y Benjamín Gómez Aceves (de 100×100 accessible) de la Facultad de Educación de la UCM con el Proyecto Liceo de Achalay, el resultado es realmente muy positivo.
No voy a incluir a aquellos que aún no se han incorporado pero estarán en 2019 con toda seguridad, acompañando en este viaje hacia  los derechos humanos a través del diseño accesible, porque se, que se sumarán ellos y otros, que aún no están con nosotros, no porque no estén interesados. Sino porque tal vez, aún no están completamente decididos a formar parte de esta familia amplia que formamos gracias a nuestra ambiciosa tarea de trasladar a todas y todos la necesidad de diseñar espacios accesibles, comprensibles, que hablan con las personas.
No dudamos de que 2019 va a ser un año especial y esplendido. Hemos llegado hasta aquí con poco o nada en nuestro saco de bienes. Y si llegamos casi sin nada, con lo que esperamos que suceda, tendremos mucho más para compartir, mostrar y demostrar.
Que nadie se llame a engaño: solo el intenso trabajo y el cariño hacia lo que se hace puede dar resultados demostrables. Las horas frente a la máquina de escribir, hoy el ordenador, y compartirlo con las personas, innovando teorías y conceptos que a veces rompen con lo establecido, pero son necesarios. Para que crezca el conocimiento y la manera de acercarse a las personas: a todas aquellas que quieran estar porque las otras, ¡no importa! si hoy se han alejado o sencillamente no están, ya se convencerán algún día de que nadie es imprescindible si no cuentan con los verdaderos protagonistas, todos, de un proceso que no se puede parar. Porque se puso en marcha a costa de esfuerzos, sudor y noches en vela para poder compartir los resultados con  los ocupantes de los espacios reales, protagonistas de un mundo complejo pero fantástico si se vive con verdadera intensidad.